Harold Bloom ha planteado que la obra de arte no es sólo un objeto, es también un “acto de lectura” que implica un posicionamiento frente a obras anteriores. Repetidas veces, Berni ensayó una cuidadosa genealogía de la que se derivaba su posición frente a la tradición. En 1940 escribió: “Nuestra tradición es Giotto, Leonardo, Goya, Cézanne o Picasso, pero también es en gran parte Pueyrredón y Pellegrini”. En este sentido, frente a una obra como Medianoche en el mundo, que pintó en 1936-37 tomando como fuente una composición realizada por Giotto en 1302-5, la guía de su palabra sólo confirmaría la admiración por el maestro del primer Renacimiento, sin aclarar mucho acerca del porqué de su elección en ese momento. ¿Cuáles eran los parámetros tomados para realizar ese “recorte”, según el concepto de tradición selectiva acuñado por Raymond Williams? ¿Cuáles eran los discursos latentes en la recuperación de ese modelo? La apelación a las fuentes italianas, ¿se vinculaba con los recorridos europeos de sus tiempos de estudio? ¿Respondía al planteo del grupo Novecento Italiano, cuyas obras se habían exhibido en la Asociación Amigos del Arte de Buenos Aires en 1930? Y, al mismo tiempo, ¿qué estrategias articulaba un artista proveniente de la izquierda al evocar una escena de la iconografía cristiana? ¿Cómo se posicionaba frente a las discusiones surgidas a partir de la imposición del realismo soviético?
Para leer más:
Fragmento de la introducción del libro Antonio Berni: Lecturas en tiempo presente, Eudeba y Eduntref, compilado por Cristina Rossi
Publicado en Página 12, Suplemento de cultura y espectáculos, 12 de octubre de 2010.
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