Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano, en El libro de los abrazos.
Giulio Carlo Argan - "Clásico y romántico".
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Viajero frente a un mar de nubes, Caspar David Friedrich, óleo sobre
lienzo, 74,8 cm × 94,8 cm. Kunsthalle. Hamburgo-
Giulio Carlo Argan "Clásico y romá...
Hace 9 años
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